viernes, 8 de noviembre de 2013

NIÑOS CON ALTAS CAPACIDADES INTELECTUALES

SOBRE LAS ALTAS CAPACIDADES INTELECTUALES

Capacidad = “aptitud, el talento o cualidad que dispone alguien para el buen ejercicio de algo” (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española)
Llamamos alta capacidad a un elevado talento, bien para algo concreto (talento musical, talento deportivo, talento matemático,…), o para todo en general. El origen o causa de esa elevada aptitud se sigue debatiendo, si bien la mayoría de autores creen que existe un fuerte componente genético. La capacidad es un potencial para algo que, si no se trabaja y desarrolla, no llegará a convertirse en rendimiento. Un ejemplo muy sencillo de entender es el talento deportivo. Un niño puede nacer y crecer con unas características físicas que le hagan muy apto para un deporte concreto. Ahora bien, si no practica ese deporte, su talento no se verá convertido en rendimiento, es decir, ese talento se habrá perdido.
Muchos talentos se vislumbran desde la infancia. Ya con dos-tres años hay niños a los que les llama mucho la atención el funcionamiento de las cosas, las letras, los números, los coches, la música, el balón, los animales,...demostrando gran habilidad en su proceso de aprendizaje. Los talentos intelectuales muestran una curiosidad natural insaciable por un tema concreto que aprenden con una gran facilidad, relacionando conceptos e ideas con agilidad. Son niños muy preguntones, que lo quieren saber todo, con inquietudes algo “atípicas” para su edad y respuestas tremendamente originales.  Su vocabulario suele ser un tanto “inusual”, más rico. Conocen las letras antes de los tres años. Adquieren un sentido de lo abstracto a una edad muy temprana, de modo que  se orientan fácilmente en el tiempo y se preocupan por temas como la muerte o la justicia hacia los cinco años.
Estos niños, que disfrutan aprendiendo de una manera natural, autodidacta, pueden chocar de frente con determinadas metodologías de aprendizaje de los centros escolares.


 Concretamente aquellas que persigan el mismo resultado en todos y cada uno de los alumnos. Las metodologías repetitivas, las que no tienen en cuenta los conocimientos previos del alumno sobre el tema, las que no aprovechan esos conocimientos para motivar al propio alumno y al resto de compañeros, se convierten en el calvario de este tipo de niños, que se ven obligados a trabajar en vocales cuando ya saben leer, a colorear machaconamente con el deseo interno de salir del cole para aprender, a hacer interminables filas de sumas a pesar de dominarlas, a pasar horas hablando del sistema solar a pesar de que en casa tienen un magnífico libro sobre agujeros negros mucho más interesante,….
Hay niños que se rebelan contra la escuela, hay otros que se adaptan. En esa rebelión es cuando se suelen empezar a adoptar medidas específicas que la ley reconoce para ellos. Introducir la flexibilidad en su proceso de aprendizaje es algo básico y muy necesario. Se trata de adaptar las materias a su manera de aprender, de evitar techos y frenos que acaben desmotivándole.
Volvamos al caso del deporte. Si un niño es muy bueno con la raqueta pero no le permitimos jugar o le obligamos a jugar siempre con jugadores de diferente nivel porque empleamos el criterio de edad para agruparles, es fácil pensar que acabará desmotivándose y dedicándose a otro deporte. Por ello, vemos con naturalidad que el talento deportivo se desarrolle fuera del aula, en escuelas o clubes. Y sin embargo, se pierden talentos científicos, matemáticos, filosóficos, literarios….por falta de oportunidades para su desarrollo, por falta de flexibilidad en la escuela, por metodologías que fomentan la homogeneidad y matan la curiosidad natural y por falta de apuestas decididas con visión de futuro fuera de los centros escolares.
Al margen de la responsabilidad social en la pérdida de todos estos talentos, que empieza a preocupar en Europa (según Dictamen del Comité Económico y Social Europeo, de 16-17 de enero de 2013, sobre el tema «Liberar el potencial de los niños y los jóvenes con gran capacidad intelectual dentro de la Unión Europea» ), lo que más preocupa a las familias de estos niños son las consecuencias de esta incomprensión, la frustración y desmotivación que se genera en ellos al ser obligados a aprender de una manera rígida contraria a su propia naturaleza. Los expertos reconocen un fracaso escolar del 60% en niños con altas capacidades al llegar a secundaria, entendiendo por fracaso escolar el rendimiento por debajo del potencial de cada uno. A ese fracaso escolar se suman, en mayor o menor medida, desórdenes de tipo emocional relacionados con la autoestima, ya que curiosamente, muchos de ellos se sienten “inútiles” al llegar a la adolescencia porque son incapaces de adaptarse a un sistema que se ha empeñado en desatender unas necesidades específicas reconocidas por una ley que no se cumple (LOE, LOMCE…), una ley que en sus principios recuerda que la finalidad de la educación, que es un derecho fundamental de todo niño, es alcanzar el máximo desarrollo personal, intelectual, social y emocional. 
A pesar de este panorama actual, del que se libran pocas pero honrosas excepciones, la creación y entrada con fuerza de nuevas metodologías de aprendizaje que tienen en cuenta la diversidad del alumnado, que fomentan el trabajo en equipo respetando las individualidades, son una buena y esperanzadora noticia para este colectivo, que, conviene recordar, se estima es un 2% de la población.


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